El último jugador peruano más joven en participar en una Copa del Mundo de fútbol nació en 1961. Hoy se jugará el último partido de las
eliminatorias con rumbo a Brasil 2014, y la suerte ya es conocida, nuevamente
el Perú se queda sin participar en la máxima justa del deporte rey, sumando
otros 4 años a la pena de no estar, completando 32 años de decepciones.
Iniciaba contando lo que los registros nos dicen sobre un
jugador nacido en el 61, pues hoy jugarán por última vez en una selección
peruana futbolistas nacidos en la década de los setentas, década en la que
nací. Y lógicamente, no habrá nunca más oportunidad para ellos de estar en un
mundial, por lo que indirectamente, deberé decir que mis contemporáneos no
participaron nunca de uno, esos "grandazos" de categorías mayores que cuando estaba en el Tito Drago o en la Copa de la Amistad me imaginaba como los ganadores
en el fútbol.
Llegué al mundo en el 79, temporalmente estaba presente
durante el último mundial al que fue Perú, el de España 82, tengo chispazos de
recuerdos de ese evento, quizás amigos míos que hayan nacido en enero o febrero
del mismo año puedan recordar algo, pero lo veo complicado. Todos los demás,
nacidos del 80 para adelante, no tienen idea alguna de que es ver a la
selección en un campeonato de esta envergadura, aunque claro, hay un par de
casos de equipos peruanos sub 17 que estuvieron en una justa a ese nivel, habrá que hacerlo valer.
El hecho es que la chapita de “siga participando” ya no va más
para los nacidos en la década de los 70, se nos pasó el tren, no fuimos capaces
de competir y vencer a nuestro rivales sudamericanos, o quizás ellos eran más
buenos que los nuestros. Y eso que en el Preolímpico del 2000, cuando todavía
se jugaba sub-23, el equipo de jugadores peruanos dio pelea y mostraba atisbos
de una generación con “hambre de gloria”. Todo fue un espejismo, flor de un
día.
Jugadores de esa
selección como Pizarro, Quinteros, Huamán, Ciurlizza, Cordero, Galliquio, “Machito”
Gómez, etc. parecía que nos podían llevar por una estela de renacimiento en
nuestro fútbol, que ya se empezaba a acostumbrar a recordar victorias en videos
borrosos, y buscábamos deportistas que nos hagan olvidar esa amarga derrota en
Santiago en el 97 que nos dejó fuera del mundial por diferencia de goles.
Nada de eso ocurrió, más bien, lo que pasó desde la década
del 2000 hasta la fecha fue una constante cadena repetitiva de grandes inicios
eliminatorios, auspiciosos, enaltecedores, que al terminar emulaban velorios
deportivos con rayos tenues de esperanza en gente joven con la etiqueta de “generación
salvadora”. Y siempre acabamos buscando culpables, y siempre son los mismos
pretextos:
Que el presidente de la Federación por no saber escoger al
entrenador, o dejar ir al que estaba por presión de la prensa, que no trabaja
por el fútbol peruano, tenemos jugadores con poco compromiso, que vienen de
paseo de Europa y no se “rajan” por la camiseta, que el bajo nivel del torneo
local en todos sus aspectos no permite hacer un fútbol con las características
modernas que ahora se presentan, que no hay físico, que no se concentran en la
bola parada, que no saben defender el gol a favor, que los jugadores no comen
bien cuando son niños, que la prensa infla a los equipos y crea falsas
expectativas, que los espectadores somos ilusos y compramos los que nos venden,
que el director técnico es un charlatán/flojo/ayayero/testarudo, que el fixture
no nos conviene pues acabamos la primera rueda con la sensación de que ya no
hay opción a clasificar, que no se trabaja en las divisiones inferiores, que le
tienen miedo a la victoria, que siempre es lo mismo, jugamos como nunca y
perdemos como siempre.
Todo esto se repite en mayor o menor medida en cada proceso
eliminatorio, y el que acaba hoy no es la excepción. Ya se habla de los
jugadores para las eliminatorias para Rusia 2018, que como se puede se ver en
un análisis sesudo sobre el tema, se basa en un 65% en jugadores nacidos en la
década de 1990. Los demás serán los experimentados que deberán llevar de la
mano a estos jóvenes valores para lograr una clasificación.
El hecho es que serán 36 años entonces lo que habrán pasado
para llegar nuevamente a un mundial, y eso ya no me parece muy justo. Los de mi
generación nos encontramos como Dante en la puerta del infierno, a la mitad de
la vida, y no podemos aún cantar el himno en el mundial. Es más, para nuestra suerte,
hemos visto clasificar a todos los países de Sudamérica menos al nuestro y a Venezuela,
que amenaza con lograrlo pronto, o sea, nos hemos quedado con los goles de
Cubillas que ya no llegarán más como nos ofrecía el recordado Pocho
Rospigliosi.
En suma, escribo esto decepcionado, aburrido de los
arranques de potrillos paradas de borrico, de creer que se puede creer y
golpearse con la realidad de una nueva eliminación. Veo a Perú cayendo con Uruguay
presa de sus propios errores, cerrándose así una oportunidad única sin mayor
respuesta por parte de los jugadores, y pienso, y deseo, que mi hijo no sufra
estos desengaños, estas frustraciones de ser hincha del fútbol pero no poder
gozarlo en la mayor de sus fiestas.
A estas alturas sólo espero que así sea, que en el futuro,
con las nuevas generaciones, se logren cambios positivos en el fútbol como se
vienen dando en varios aspectos en nuestro país, con trabajo, paciencia, y
mucho esfuerzo, porque soy un convencido que cuando gana Perú, el día siguiente
a esa victoria toda la gente amanece feliz y sonriente, y que llegar a un
mundial puede ser por fin un motivo de celebración para este país que he visto
casi en las ruinas y se ha levantado a punta de sacrificio, lo disfrute y pueda
seguir sonriendo más seguido.
Paciencia y buen humor me decía mi papá, culpable de que yo
sea fanático del fútbol, así como quizás
lo sea de mi hijo, pero a mí la paciencia con el fútbol de selección se me
acabó, al menos por ahora, seguro en dos o tres años cuando este cuento se
reinicie caiga nuevamente deslumbrado por las sinfonías de la barra marketera
que me hace creer por enésima vez que ahora sí se puede ir al mundial, y yo sea
presa de ese “engaña muchachos”.
Quizás sí sea así, pero lo será si vemos cambios notorios en
todo el sistema futbolístico de nuestro país, si se empieza por ahí, habrá
opción nuevamente para creer, sino, mejor pensar que esto de los mundiales es
para países mejor preparados, así no me desilusiono tan seguido, no siento sana
envidia ver a un país cercano clasificar después de muchos años, aunque me
arriesgue a ser señalado con un dedo diciendo “viste, tu no tenías fe”, si
logramos una clasificación, utópica en estos momentos ciertamente.
Que hayan cambios en el sistema, mejores jugadores,
concentrados, comprometidos, rendidores, un cuerpo técnico capaz y de tomar
decisiones rápidas, de una prensa más moderada, directivos más competentes, y
una hinchada menos ilusa. Que todo eso pase y así mi hijo podrá, espero,
compartir conmigo y disfrutar de algún mundial con participación peruana en el
futuro. Que hagan eso por esta generación que ya no podrá representar a su país
en un mundial, que aunque no sea el fin del mundo, es una deuda que quedará por
siempre.
Ah, y eso de jugar un partido de eliminatorias en un estadio vacío no se repita jamás.
Ah, y eso de jugar un partido de eliminatorias en un estadio vacío no se repita jamás.
A ver, vayamos por partes:
ResponderBorrarpara Rusia 2018 participará Brasíl en la eliminatoria, lo que significa un cupo menos.
Es decir, si sacamos los dos cupos que estarían pre asignados - salvo cataclismo - a Argentina y Brasil habrían 3 cupos y medio para repartir entre:
Colombia, Uruguay, Chile, Ecuador y en mucho menor grado Perú, Bolivia y Venezuela.
Tenemos material humano como afrontar un proceso de cuatro años con miras a Rusia?
Quizá.
Tenemos capacidad para llevar un proceso a largo plazo?
Lo dudo.